El sistema que no te juzga, pero sí te destruye.
Por EntreLíneas Mx
Han pasado casi 20 años desde que Israel Vallarta fue detenido en un montaje televisado que marcó un antes y un después en la historia del abuso institucional en México.
Hoy está libre. Pero no gracias al sistema de justicia. Sino a pesar de él.
Israel nunca tuvo sentencia. Nunca se le probó nada.
Pero pasó 6,800 días tras las rejas, acusado de secuestro, torturado, exhibido como criminal, destruido moral y físicamente. Y todo por un espectáculo mediático diseñado desde las más altas esferas del poder.
Mientras los responsables de fabricar ese montaje —Genaro García Luna, Carlos Loret de Mola, y una maquinaria judicial servil— siguieron sus vidas, cobraron cheques, ocuparon cargos y ganaron premios, Israel vivió en una celda con la incertidumbre como compañera.

La pregunta que duele es:
¿Cuántos más hay como él? ¿Cuántos inocentes duermen en penales mientras los culpables despachan en oficinas climatizadas?
Porque este caso no es una excepción. Es el reflejo de un sistema podrido.
Un sistema que no procura justicia, sino espectáculo. Que no defiende derechos, sino intereses. Que no investiga, sino inventa.
Israel Vallarta es libre. Pero ¿quién le devuelve 20 años de su vida?
¿Quién repara el daño a su madre, a sus hijos, a sus hermanos, a su dignidad?
Mientras no haya consecuencias para quienes ordenaron, ejecutaron y encubrieron este crimen de Estado, el mensaje es claro:
En México, no necesitas pruebas para encerrar a alguien. Solo necesitas poder.
Hoy no deberíamos celebrar su libertad.
Deberíamos exigir justicia.
Porque la libertad tardía no borra la injusticia.
Solo la evidencia.
