En la remota isla Kolyuchin, en el extremo oriental de Rusia, un grupo de osos polares encontró el lugar perfecto para vivir: una antigua estación de investigación soviética abandonada, convertida ahora en su improvisado hogar.
El fotógrafo ruso Vadim Makhorov captó las sorprendentes imágenes con un dron durante un recorrido en barco por el mar de Chukotka. Lo que esperaba ser una toma del paisaje ártico terminó siendo un documental accidental sobre cómo la naturaleza se reapropia de los espacios humanos.
En las fotos se puede ver a los enormes osos explorando pasillos oxidados, asomados por ventanas rotas y recostados plácidamente en los techos, como si se tratara de su casa de toda la vida. Algunos incluso parecen posar para la cámara, disfrutando de la tranquilidad del abandono.
La estación fue abandonada tras la caída de la Unión Soviética en los años 90. Desde entonces, el tiempo, el hielo y ahora los osos, se han encargado de darle nueva vida. Para estos animales, el edificio representa un refugio cálido en medio del frío extremo del Ártico, donde la pérdida de hielo marino los obliga cada vez más a desplazarse hacia tierra firme.
“Los osos polares no son ajenos al confort”, explicó Makhorov. “Ellos también saben cuándo una casa vacía puede ser un buen refugio”.
Las imágenes rápidamente se volvieron virales, no solo por su belleza, sino por el mensaje que transmiten: mientras la humanidad abandona el Ártico, la naturaleza sigue encontrando maneras de adaptarse… y de recordarnos quién era el verdadero dueño desde el principio.
