Redacción EntreLineas Mx
Ciudad de México.— En los pasillos de la Cuarta Transformación resuena una vieja máxima que alguna vez pronunció con toda solemnidad el presidente López Obrador: “El superior siempre sabe lo que hacen sus subordinados”. Lástima que esa regla de oro al parecer tenga excepciones… cuando el subordinado incómodo se llama Adán Augusto.
Porque no, claro que el exgobernador de Tabasco —y actual senador estrella del obradorismo— no sabía nada. ¿Cómo iba él a imaginar que su secretario de Seguridad Pública, Hernán Bermúdez Requena, alias “El Comandante H”, resultaría ser presunto líder de un cártel local llamado La Barredora? ¡Si hasta parecía un hombre de limpieza… pero limpieza institucional!
Eso sí, informes militares lo señalaban desde 2021, pero seguro nadie se los pasó. Quizá los papeles se traspapelaron entre un memorándum de la mañanera y una lista de aspirantes a la candidatura presidencial. Porque cuando uno está muy ocupado construyendo el “segundo piso de la 4T”, se le puede pasar un pequeño detalle como tener a un jefe policial ligado al crimen organizado.
Bermúdez, por cierto, huyó del país sin que nadie lo notara. Se le buscó en Panamá, España, Brasil… y algunos aseguran que ya pidió refugio en las mismas nubes de impunidad donde alguna vez volaron Duarte, Yarrington y compañía.
Y mientras tanto, Adán Augusto apareció finalmente —tras una semana de silencio sepulcral— con su mejor cara de “yo ni lo conozco”. Calificó el escándalo como “politiquería”. ¡Claro! Porque cuando se trata de funcionarios de oposición, es corrupción; pero cuando se trata de los tuyos, es puro chisme de lavadero.
Desde Morena, el respaldo fue inmediato: cerraron filas, se tomaron de las manos, y en un acto de profunda renovación moral, expulsaron a Bermúdez del partido, como quien se lava las manos después de una travesura, mientras dejan intacta la figura de quien lo puso, lo mantuvo y lo protegió.
La presidenta Sheinbaum, más institucional, pidió que Adán diera la cara. Y lo hizo. Pero más que cara, dio vueltas: dijo estar dispuesto a colaborar, pero sin decir con qué, ni cuándo, ni cómo. Porque eso de rendir cuentas es para los neoliberales, no para los constructores del nuevo régimen.
Así que ya lo saben: en la Cuarta Transformación el jefe siempre sabe todo… salvo que se llame Adán Augusto. Ahí sí, la memoria falla, los informes no llegan, y los narcosecretarios simplemente aparecen de la nada como por arte de magia.
Pero no hay de qué preocuparse. Seguro todo se trata de un malentendido… o de un “compló”.