
Dubái, Nueva York, París… y donde haya aire acondicionado, julio de 2025.– Una vez más, los líderes del mundo se reunieron para decir que el cambio climático es urgente. Lo dijeron con aplomo, con gráficas en pantallas gigantes, discursos conmovedores… y un jet privado esperando fuera del recinto.
Mientras se acuerdan metas “irreversibles” para 2050 —cuando muchos ya no estarán en el cargo—, varios países firmaron en paralelo nuevas concesiones para extracción de petróleo, gas y carbón, porque, claro, la economía no puede detenerse… aunque el planeta sí.
Los organizadores de la cumbre aseguraron que se usarán vasos biodegradables y que no se entregarán folletos impresos, porque eso sí es lo que contamina. La contradicción no fue invitada al evento, pero claramente asistió.
En el fondo, parece que los líderes del mundo han entendido el cambio climático como un tema de relaciones públicas, no de supervivencia. Hablan de transición energética… pero en voz baja para no espantar a las petroleras que financiaron sus campañas.
La conclusión es clara: el mundo quiere salvarse, pero sin que nadie pierda dividendos en el intento.