Washington, D.C. / Pekín — La tensión comercial entre Estados Unidos y China ha escalado a un nuevo nivel. La Casa Blanca confirmó que a partir de este miércoles entrarán en vigor aranceles adicionales del 50 % sobre las importaciones procedentes de China, lo que eleva la tasa total de gravámenes hasta un 104 %. Esta medida forma parte de la estrategia impulsada por el expresidente Donald Trump, quien la semana pasada anunció nuevos incrementos como parte de su política de presión económica contra el gigante asiático.
En respuesta, el gobierno chino impuso aranceles del 34 % como represalia, y advirtió que no cederá en materia de política comercial. En un comunicado, Pekín subrayó que está dispuesto a “luchar hasta el final” y amenazó con implementar nuevas medidas si Washington cumple con su advertencia de continuar elevando los aranceles.
La confrontación comercial entre ambas potencias no solo afecta sus economías internas, sino que también genera incertidumbre en los mercados globales. Analistas temen que esta escalada genere impactos significativos en las cadenas de suministro, aumente los precios para consumidores y agrave la inestabilidad financiera en un contexto internacional ya marcado por la volatilidad.
A medida que ambas naciones refuerzan sus posturas, el conflicto amenaza con extenderse más allá del ámbito económico y convertirse en un símbolo de rivalidad estratégica a largo plazo.
“China no se dejará intimidar”, declaró un portavoz del Ministerio de Comercio en Pekín, mientras que en Washington se insiste en que las nuevas tarifas buscan corregir décadas de desequilibrios comerciales.
Por ahora, la comunidad internacional observa con atención, mientras la posibilidad de una solución negociada parece cada vez más lejana.
