Por EntreLineas Mx
Andrea Chávez, senadora por Morena y orgullo juarense de la 4T, ha decidido curar al pueblo… aunque sea con receta electoral. Porque si algo aprendimos esta semana es que en México ya no se hacen campañas anticipadas, ahora se hacen “caravanas de salud con amor y mucho branding”.
La senadora ha estado recorriendo Ciudad Juárez con unidades médicas móviles que reparten consultas, medicinas y su imagen a partes iguales. Porque sí, además de médicos, las camionetas llevan bien impreso su nombre y su carita, no sea que el pueblo se le olvide quién les está regalando la salud (y un posible voto).
Pero no es propaganda, nos dice la senadora. Es amor al pueblo. Aunque casualmente las unidades pertenecen a una empresa privada vinculada a Fernando Padilla, un empresario cercano a Adán Augusto. Y aunque operar este tinglado cuesta alrededor de 10 millones de pesos mensuales, tampoco hay nada raro. En la 4T, cuando la transparencia se pone incómoda, mejor le cambiamos el nombre a “proximidad con la gente”.
Los críticos han señalado —con esos molestos argumentos legales— que usar recursos privados para promocionarse con servicios sociales podría constituir un acto anticipado de campaña. Pero Andrea no se inmuta. Desde sus redes sociales, los acusa de “perseguirla por llevar médicos a las colonias”. Es decir, si cuestionas el uso opaco de millones de pesos, en realidad odias la salud pública. Lógica infalible.
Y claro, el enemigo es de siempre: Calderón, Xóchitl, Lilly Téllez, Loret, Chumel y cualquiera que no haya compartido una selfie en la caravana. Son ellos, y no la senadora, quienes politizan la salud. Porque nada dice “neutralidad” como imprimir tu nombre en una clínica sobre ruedas.
Lo cierto es que la polémica ha reavivado el eterno dilema de la política mexicana: ¿cuándo la “ayuda al pueblo” se convierte en estrategia electoral? Y más importante aún: ¿cuándo la rendición de cuentas se volvió persecución?
Mientras tanto, la oposición ya afila denuncias penales por uso indebido de recursos. Pero todos sabemos que eso se quedará —como tantas otras cosas— en la congeladora de la justicia selectiva. Después de todo, si llevar salud te da votos, ¿quién necesita transparencia?
Andrea Chávez ha encontrado la fórmula perfecta: repartir medicina con mensaje subliminal. En Morena le llaman trabajo social. En las leyes podría llamarse campaña disfrazada. Y en el pueblo, con suerte, lo recordarán como “la señora que me curó… y que también quería ser gobernadora”.