El discurso de austeridad que Morena ha defendido como bandera enfrenta un nuevo golpe mediático. En las últimas semanas, varios de sus dirigentes y figuras visibles han sido captados disfrutando viajes a destinos exclusivos, luciendo relojes de alta gama y asistiendo a eventos de élite, muy lejos de la imagen de “justa medianía” que pregona el partido.
Entre los señalados figuran Andrés Manuel López Beltrán, visto en Tokio; Ricardo Monreal, en Madrid; Mario Delgado, en Lisboa; y Sergio Gutiérrez Luna, en un evento de Fórmula 1. Las imágenes y videos que circulan en redes no solo muestran lugares de lujo, sino un estilo de vida que contrasta con el discurso de cercanía al pueblo.
CONTRADICCIÓN EN TIEMPOS DE AUSTERIDAD
La presidenta Claudia Sheinbaum ha sido clara: “El poder se ejerce con humildad”. Aunque no ha mencionado nombres, advirtió que los viajes ostentosos no representan a la Cuarta Transformación y que “cada quien será reconocido por su comportamiento”.
Por su parte, Luisa María Alcalde, dirigente nacional de Morena, defendió que los viajes fueron pagados con recursos propios, pero reconoció que ser parte del movimiento implica más que cumplir la ley: exige coherencia moral y política. “Si dañamos al partido, ¿qué le queda de alternativa a este país?”, sentenció.
EL COSTO POLÍTICO
Analistas coinciden en que la incongruencia entre discurso y acciones erosiona la confianza ciudadana. En un contexto de inflación, inseguridad y demandas sociales insatisfechas, las postales de dirigentes en destinos de lujo alimentan la percepción de desconexión con la realidad del país.
El golpe no está en el costo de los boletos de avión, sino en el precio que se paga en credibilidad. Y en política, esa es una moneda que, una vez perdida, difícilmente se recupera.