Ciudad de México. — Morena y el obradorismo han hecho del discurso contra el nepotismo y el amiguismo una de sus principales banderas. Sin embargo, las revelaciones recientes en redes sociales muestran un panorama distinto: familiares directos de Andrés Manuel López Beltrán, hijo del expresidente López Obrador, ocupan cargos estratégicos en distintos niveles de gobierno y con sueldos que superan, en conjunto, 1.2 millones de pesos mensuales.
Los casos más visibles
El hilo difundido por el periodista Jorge García Orozco enumera al menos siete familiares con puestos relevantes:
José Ramiro López Obrador, tío de Andy, Secretario de Gobierno en Tabasco, con un ingreso bruto de 128 mil pesos mensuales.
Carlos Gustavo Obrador Garrido, primo, Cónsul en Pennsylvania, con más de 205 mil pesos al mes, equivalentes a 2.4 millones anuales.
Luisa Alejandra Guadalupe Obrador Garrido, prima, Directora de Incorporación y Recaudación en el IMSS, con 143 mil pesos mensuales.
Manuela del Carmen Obrador Narváez, tía, Delegada de Programas del Bienestar en Chiapas, con 152 mil pesos mensuales.
Sergio Sigales Obrador Garrido, primo, juez en Colima, con 192 mil pesos mensuales.
José Braña Mojica, primo, diputado federal del PVEM, con 215 mil pesos mensuales.
Úrsula Patricia Salazar Mojica, prima, diputada en Tamaulipas, con 90 mil pesos mensuales.
¿Legal o legítimo?
Aunque legalmente no existe una prohibición expresa que impida a familiares ocupar cargos públicos, la polémica se centra en la incongruencia política: Morena prometió desterrar prácticas de nepotismo que por décadas caracterizaron al PRI y al PAN. Hoy, las acusaciones exhiben una red familiar enquistada en el poder.
El costo político
La narrativa de “no robar, no mentir, no traicionar” se tambalea frente a estos señalamientos.
Para la oposición, es munición directa: la 4T se comporta como aquello que criticó. Para la ciudadanía, se refuerza el desencanto con la clase política que utiliza el poder como herencia familiar. Para la sucesión presidencial, es un riesgo de credibilidad: la presidenta Claudia Sheinbaum podría cargar con el desgaste de una práctica que contradice el discurso fundacional de la llamada transformación.
Un mal conocido con nuevo rostro
El caso de los López Beltrán evidencia que, pese al cambio de partido en el poder, la política mexicana sigue marcada por los viejos vicios del nepotismo. Lo que antes se condenaba en otros gobiernos, hoy se replica bajo nuevas siglas.
La pregunta es inevitable: ¿cuántas mentiras más está dispuesta a tolerar la ciudadanía en nombre de la transformación?
