Por Redacción EntreLineas MX
Sinaloa volvió al centro del debate nacional, no solo por los recientes hechos de violencia que azotan distintas regiones del estado, sino por la imagen que se viralizó en redes: la presidenta Claudia Sheinbaum y el gobernador Rubén Rocha Moya, sentados, serios, con rostros que expresan más que cualquier declaración oficial.
¿Cansancio? ¿Decepción? ¿Frustración? Tal vez todo junto. Porque la violencia en Sinaloa no se detiene, y la gobernabilidad parece caminar por una cuerda cada vez más delgada.
🔴 La realidad que no se puede ocultar
Sinaloa ha sido, históricamente, uno de los epicentros del narcotráfico en México. La presencia del Cártel de Sinaloa sigue siendo un factor determinante en el control territorial, en la vida cotidiana de muchas comunidades y, en algunos casos, en la propia narrativa política del estado.
Tan solo en los primeros seis meses de 2025, Sinaloa ha reportado:
Más de 500 homicidios dolosos. Diversos enfrentamientos entre grupos armados en zonas rurales. Retenes ilegales y bloqueos intermitentes en caminos y brechas. Casos de desplazamiento forzado en comunidades de la sierra, especialmente en los límites con Durango y Chihuahua.
A pesar de operativos de las fuerzas armadas y de la Guardia Nacional, la sensación de inseguridad no ha disminuido en amplias zonas del estado.
🗣️ La imagen del desencanto
Durante su gira por el estado, la presidenta Claudia Sheinbaum sostuvo reuniones con autoridades locales para revisar temas de seguridad, programas sociales y desarrollo. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue una fotografía tomada tras una reunión cerrada, en la que se le ve visiblemente seria, cabizbaja, al igual que el gobernador Rocha Moya.
En redes sociales, la imagen ha sido interpretada como una expresión sincera del peso que representa enfrentar una de las entidades más complejas en términos de crimen organizado, estructuras paralelas de poder y violencia sistemática.
⚖️ Gobernar entre sombras
Rubén Rocha Moya ha insistido en que “Sinaloa está en paz”, pero los hechos contradicen esa narrativa. Hay regiones donde el Estado parece ausente, o donde su presencia es simbólica. La llamada “paz narca” no es sinónimo de seguridad, sino de control silencioso por parte de grupos criminales.
La llegada de Claudia Sheinbaum representa una nueva etapa en la política de seguridad nacional, pero Sinaloa pone a prueba cualquier estrategia. Aquí, los equilibrios son frágiles y las decisiones deben tomarse con precisión quirúrgica.
❓ ¿Y ahora qué?
La pregunta no es fácil de responder. ¿Podrá el nuevo gobierno federal modificar las condiciones estructurales que permiten que el crimen organizado siga operando con tal nivel de influencia? ¿Habrá cambios reales en la estrategia de seguridad? ¿O seguiremos viendo imágenes como la de Sheinbaum y Rocha Moya: con rostros que dicen lo que los discursos callan?